Dislexia en Argentina: un desafío educativo invisible que afecta la vida emocional

En el Ciclo Hablemos de Salud coordinado por la Junta Médica de la Cámara de Diputados, Daniela Agraín, presidenta de la Asociación Civil “Hablemos de Dislexia Mendoza”, arrojó luz sobre la dislexia, una dificultad específica del aprendizaje que impacta profundamente la lectoescritura y la vida emocional de quienes la padecen. Agraín desmitificó conceptos erróneos, subrayando  la importancia de la detección temprana y la capacitación docente, y destacó el rol fundamental de la Ley Nacional de Dislexia.

Agraín explicó que la dislexia se sitúa dentro de las Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA) y se centra específicamente en los procesamientos fonológicos, afectando la lectura y la escritura. “A diferencia de una dificultad general, la dislexia implica un procesamiento distinto del sonido con la letra, lo que lleva a inversiones, cambios de letras o sílabas. Sin embargo, la problemática va más allá de estos signos visibles, impactando la comprensión lectora debido a la falta de fluidez al leer, y afectando la memoria a corto plazo y, en muchos casos, las funciones ejecutivas relacionadas con la organización”, indicó.

"Los chicos con dislexia hacen foco en poder leer bien y así no comprenden lo que leen", señalo, advirtiendo  que “muchos niños con dislexia también presentan déficit de atención, aunque esto no implica que toda persona con déficit de atención tenga dislexia”.

La presidenta de la Asociación reveló que: “uno de cada diez chicos padece dislexia en Argentina, lo que representa entre un 10 y un 12% de la población. Sin embargo, la detección sigue siendo baja, con solo un 4% de diagnóstico. Esta falta de identificación temprana conlleva un sufrimiento significativo para los estudiantes, quienes a menudo se sienten "tontos" o "diferentes", afectando gravemente su autoestima y su autoconcepto”.

“Miles de niños y adolescentes transitan su escolaridad sin comprender las razones de sus dificultades, internalizando sentimientos de frustración, incompetencia e incluso desarrollando problemas de salud física como manifestación de su angustia emocional, manifestó.

Agraín compartió durante la entrevista,  la experiencia personal con su hija, quien llegaba a enfermarse físicamente ante la angustia de enfrentar las dificultades escolares. "Su angustia era tan grande de ir a enfrentarse a ese lugar que se enfermaba. Tenía dolores de panza en serio", relató.

El rol  de la escuela y la familia en la detección y el apoyo

Ante la falta de atención histórica a esta problemática, Agraín enfatizó la necesidad de un “cambio en el abordaje educativo. A nivel mundial, la dislexia presenta desafíos particulares según el idioma, siendo el español, por su complejidad, un factor que puede facilitar la detección. Sin embargo, la falta de capacitación docente es una barrera significativa”, aseguró.

"Los docentes deberían recibir una capacitación básica para poder detectar a estos chicos", afirmó, reconociendo que, si bien existen algunas capacitaciones, “son escasas y costosas” por lo que la asociación que preside “busca precisamente suplir esta necesidad, llevando información y herramientas a los educadores para que puedan comprender y apoyar a los alumnos con dislexia”.

En cuanto a las formas en que las  familias pueden identificar posibles señales de dislexia en sus hijos, especialmente en las etapas tempranas de la escolarización, Agraín enfatizó la observación atenta del proceso de aprendizaje de la lectoescritura. "El primer lugar que se detecta y se debería detectar es en la escuela", afirma, pero reconoció “el papel crucial de los padres, especialmente aquellos involucrados en el acompañamiento de las tareas escolares”.

“Signos de alerta en los primeros grados de la primaria incluyen: una dificultad persistente para aprender a leer al ritmo esperado para su edad, una falta de fluidez lectora, errores frecuentes de ortografía y dificultades para escribir las letras”, amplió.

La dislexia no es una discapacidad, sino una condición neurobiológica

Agraín aclaró  que la dislexia “tiene una base neurobiológica y, en la mayoría de los casos, es hereditaria” y que si “no se revierte, existen numerosas estrategias y terapias de adaptación que permiten a las personas con dislexia mejorar su fluidez lectora y escritura, y comprender el material de estudio. Es fundamental que los niños y adolescentes conozcan su diagnóstico para poder desarrollar estas estrategias”, detallando que “el diagnóstico debe ser realizado por psicopedagogos especializados en dislexia, aunque también pueden intervenir psicólogos y neurólogos”.

La Ley nacional de Dislexia: un avance fundamental

Agraín destacó también,  la importancia de la Ley Nacional de Dislexia, que establece la necesidad de capacitación docente para la detección temprana y el manejo de la dislexia en el aula. Al respecto dijo que  la ley promueve “las adaptaciones pedagógicas necesarias, como: priorizar la oralidad en las evaluaciones, facilitar el uso de calculadoras en casos de discalculia, otorgar más tiempo para las tareas, dar consignas claras y concisas, y evitar la lectura en voz alta frente a los compañeros para prevenir la vergüenza y la frustración”.

La norma nacional aborda, además,  la dislexia desde el ámbito de la salud,” la ley obliga a las obras sociales a cubrir los tratamientos para la dislexia, sin requerir el Certificado Único de Discapacidad (CUD), ya que la dislexia No es una discapacidad, sino una dificultad específica del aprendizaje”.

Un mensaje de esperanza y acción para las familias

Para los padres y madres de niños y adolescentes con dislexia, Daniela Agraín ofreció un mensaje de apoyo y esperanza. "Es un trabajo duro, hay que estar con ellos, hay que apoyarlos", subrayó, insistiendo en la importancia de la asistencia en las tareas escolares y la búsqueda de estrategias de aprendizaje adaptadas.

"Hay muchas estrategias, hoy la tecnología ha avanzado un montón, así que hay mucho para buscar", mencionando herramientas como el chat GPT y la Inteligencia Artificial como fuentes de información y recursos.

Finalmente, la presidenta de Hablemos de Dislexia Mendoza reafirmó que la dislexia “no limita el desarrollo personal y profesional de quienes la padecen. Con el apoyo adecuado y las estrategias correctas, pueden alcanzar sus metas y desarrollarse plenamente en la vida. La clave está en la detección temprana, la comprensión, la capacitación y el compromiso de la comunidad educativa y las familias”.

 


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